4.7.06

Uruguay

Apenas llegué a Uruguay, digamos a 3 o 4 días, conocí un grupo de jóvenes, de 18 años promedio. Yo tenía 24. Eran los amigos de Gastón, un amigo de Diego, que era mi amigo.

Algunos en ese grupo eran los integrantes de una banda donde a veces colaboraba Diego (que ahora, 6 años después, lidera el grupo y están a punto de grabar un disco). Fui a un ensayo, me junté con Diego y los pibes varias veces. No voy a decir, claro, que me hice "amigo", pero ellos eran macanudos y yo era un casi-adulto para ellos.

Andaba de acá para allá con mi mochila de la que siempre sacaba el rollo de alambre y algunas piedras y con mi pinza y mis dedos armaba un par de aros, una pulsera y cosas por el estilo.

Y tenía un par de libros que acarreaba siempre y tenía un montón de frases que podían sonar Bucayescas, lo admito, pero eran la escencia de lo que yo pensaba en aquella época sobre la vida, y la gente.

Y ellos me escuchaban, se reían de mis chistes, se ponían serios cuando hablaba serio. Me escuchaban. Y siempre está bueno que a uno lo escuchen así, con todas las ganas de escuchar.

Por esos días, no sé que mes del año 2000, Charly García se había re-unido con Nito Mestre y habían sacado "Sinfonía para adolescentes" o "Sinfonía adolescente", no recuerdo. Y justamente en aquel mes que se me pierde en la memoria, pasaban por Montevideo presentando el disco y por primera vez en muchos años, juntos.

¿Debo aclarar que a pesar de que los chicos me escuchaban y que a las chicas les gustaban las artesanías que les regalaba, ninguno de ellos me había comprado nunca nada y por ende, no tenía ni un centavo?

Por las duda, lo aclaro: por aquellos días estaba dando clases de matemática a dos alumnos, preparándolos para dar en diciembre, y ambos me pagaban al finalizar, después de rendir. Y además casi toda esa plata era para pagar la pensión y la comida. No podía darme el lujo de gastar 150 (pesos uruguayos) en una entrada para ver Sui Generis.

Claro, es probable que de haber tenido el dinero en el bolsillo, lo hubiera gastado en la entrada, pero lo cierto es que no lo tenía. Y entonces esa noche me quedé en la pensión, pensando en todas las cosas que podían hacerse con dinero, pensando si estaba dispuesto a hacer los sacrificios que se necesitan para acceder al dinero y etc.

Estaba muy convencido de que lo mejor era quedarme tirado en la cama, que nada había para hacer para conseguir esos 150 pesos, que faltaban dos horas y algo para el recital y que... bueno, está bien, melevanto y voy... como mucho me vuelvo y ya, que pierdo?

Y fui.

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