30.7.06

Lo que no es cotidiano

a falta de blogs, colaboro creando uno nuevo:

palomo escribe

entren y opinen si quieren.

Saludos.

8.7.06

Uruguay - en la puerta del recital

Agarré mi mochila con algunos aros y algunas pulseras y tobilleras. La idea era vender algunas cosas y conseguir los 150 pesos (uruguayos, recuerden) para la entrada. Llegué y empecé a caminar entre la gente, ofreciendo mis "productos". La gran mayoría de las chicas decía alguna variante de "ay, que lindo!... pero no, gracias". Los hombres ni siquiera miraban. Sólo los que estaban con la novia espiaban un poco a ver si podían hacerle un pequeño regalo. Pero nada.

Entonces hice una rebaja momentanea y por razones de fuerza mayor: puse todo a mitan de precio. El famoso 2x1. Funcionó un poco. En especial con aquellas que ya habían dicho "ay, que lindo", a las cuales volví a recorrer con mi oferta irresistible.

Vendí un poco. Junté unos 50 pesos, pero todavía me faltaban 100. Y la gente no quería saber nada. Y muchos ya estaban entrando, ya era la hora. En seguida, con el instinto anti tristeza funcionando a toda máquina, empecé a pensar en el sánguche que me iba a comprar con esa plata cuando volviera a la pensión sin haber visto a Charly.

Entonces me pareció ver a alguien conocido. Uno de los dos chicos que estaba preparando para rendir matemática. Que estaba con otros chicos, compañeros del colegio, que ya había conocido. Y además algunos más, que no me conocían. Algunos de ellos era los de ese grupo que ya había recibido regalos míos, aros y así. En total eran un grupo de 8 entre chicos y chicas.

"Hola Leo!, qué hacés por acá?", preguntó alguno y les expliqué sobre la hamburguesa que me iba a comprar en un rato. Cuando se dieron cuenta que había ido a ver si podía entrar al recital, alguno dijo "uh, que garrón". Claro, todos ellos tenían ya su entrada, estaban listos para entrar, alegres. No les gustó verme así, medio triste... y tanto les disgustó la idea de entrar dejándome afuera que uno de ellos dijo "pero pará... si te faltan 100 pesos... significa que si cada uno pone... no sé, poco, podemos comprar la entrada.

Y como buen grupo de adolescentes que se une para hacer "justicia", cada uno sacó su billetera y algunos pusieron 10, otros 15, hasta llegar a 100. Yo agregué mis 50, me acerqué hasta la ventanilla desierta, ya que la mayoría ya estaba adentro, compré la entrada y de repente estaba entrando en el lugar.

Me resulta difícil describir la sensación que tuve en ese momento sin caer en razonamientos bucayescos y cohelianos, pero imaginen que tiene algo que ver con "conseguir lo que uno se propone" y " nunca rendirse".

Les dejo esa última línea para que cada uno desarrolle su propio Paulo Bucay interior.

4.7.06

Uruguay

Apenas llegué a Uruguay, digamos a 3 o 4 días, conocí un grupo de jóvenes, de 18 años promedio. Yo tenía 24. Eran los amigos de Gastón, un amigo de Diego, que era mi amigo.

Algunos en ese grupo eran los integrantes de una banda donde a veces colaboraba Diego (que ahora, 6 años después, lidera el grupo y están a punto de grabar un disco). Fui a un ensayo, me junté con Diego y los pibes varias veces. No voy a decir, claro, que me hice "amigo", pero ellos eran macanudos y yo era un casi-adulto para ellos.

Andaba de acá para allá con mi mochila de la que siempre sacaba el rollo de alambre y algunas piedras y con mi pinza y mis dedos armaba un par de aros, una pulsera y cosas por el estilo.

Y tenía un par de libros que acarreaba siempre y tenía un montón de frases que podían sonar Bucayescas, lo admito, pero eran la escencia de lo que yo pensaba en aquella época sobre la vida, y la gente.

Y ellos me escuchaban, se reían de mis chistes, se ponían serios cuando hablaba serio. Me escuchaban. Y siempre está bueno que a uno lo escuchen así, con todas las ganas de escuchar.

Por esos días, no sé que mes del año 2000, Charly García se había re-unido con Nito Mestre y habían sacado "Sinfonía para adolescentes" o "Sinfonía adolescente", no recuerdo. Y justamente en aquel mes que se me pierde en la memoria, pasaban por Montevideo presentando el disco y por primera vez en muchos años, juntos.

¿Debo aclarar que a pesar de que los chicos me escuchaban y que a las chicas les gustaban las artesanías que les regalaba, ninguno de ellos me había comprado nunca nada y por ende, no tenía ni un centavo?

Por las duda, lo aclaro: por aquellos días estaba dando clases de matemática a dos alumnos, preparándolos para dar en diciembre, y ambos me pagaban al finalizar, después de rendir. Y además casi toda esa plata era para pagar la pensión y la comida. No podía darme el lujo de gastar 150 (pesos uruguayos) en una entrada para ver Sui Generis.

Claro, es probable que de haber tenido el dinero en el bolsillo, lo hubiera gastado en la entrada, pero lo cierto es que no lo tenía. Y entonces esa noche me quedé en la pensión, pensando en todas las cosas que podían hacerse con dinero, pensando si estaba dispuesto a hacer los sacrificios que se necesitan para acceder al dinero y etc.

Estaba muy convencido de que lo mejor era quedarme tirado en la cama, que nada había para hacer para conseguir esos 150 pesos, que faltaban dos horas y algo para el recital y que... bueno, está bien, melevanto y voy... como mucho me vuelvo y ya, que pierdo?

Y fui.